martes, 19 de febrero de 2013

La universalidad del darwinisimo (y de la ciencia en general).

cosmos

Uno de los motivos por los cuales la ciencia es una herramienta tan importante y poderosa es porque es universal. ¿Qué quiere decir esto? Sencillamente quiere decir que las verdades que la ciencia descubre son verdades que afectan a la realidad en toda su extensión, es decir son ciertas para todo el universo (al menos para este universo). La ciencia se ocupa de desentrañar los "mecanismos" que operan en el universo para definir y describir su funcionamiento. Entiéndase universo como aquello que contiene a todo lo existente así como a lo que es contenido en él. La ciencia se encarga de describir la realidad y cuando consigue describir una nueva parcela de ésta, dicha descripción, si es correcta, lo es en la puerta de tu casa, en la Luna o en el lugar más distante del cosmos.

En el resto de disciplinas humanas esto no es así. Por supuesto son necesarias y muy importantes todas las ramas del conocimiento como la pintura, la literatura, la economía, o el derecho y cada una nos aporta grandes cosas, pero mi punto aquí es indicar que sólo la ciencia es objetiva e independiente del lugar donde se ejercita y del individuo que la ejerce. Veamos un ejemplo. Una persona experta en leyes como un abogado o un juez, es una persona que conoce las leyes que han establecido los seres humanos. Son normas de comportamiento establecidas por una sociedad y en un momento dado de la historia. En diferentes sitios y en diferentes momentos estas leyes varían. Sería algo así como si fuéramos a jugar a un juego de mesa como el Monopoly y uno de nosotros conociera a la perfección las reglas y por tanto fuera un experto sobre las reglas de ese juego. Dichas reglas sólo se aplican al Monopoly y serán distintas para otros juegos. Sin embargo la ciencia es la experta y conoce (o intenta conocer) las reglas del universo entero con lo cual no pueden existir otras reglas diferentes para ese mismo universo. Y estas reglas no han sido "inventadas" por personas como en otros ámbitos ni por ninguna consciencia. Son las que son y la ciencia simplemente trata de descifrarlas. 

Hablando un poco sobre este tema y para seguir conmemorando el aniversario del nacimiento de Darwin, pongo a continuación el principio de un ensayo de Richard Dawkins, extraído de su libro "El capellán del diablo" donde habla sobre la universalidad del darwinismo:


"Si nos visitaran criaturas superiores de otro sistema estelar —tendrían que ser superiores para haber llegado desde tan lejos—, ¿qué temas de conversación en común podríamos tener con ellas? ¿Superaremos las barreras aprendiendo sencillamente el lenguaje del otro o los temas de interés de ambas culturas divergirán en tal medida que impedirán la conversación seria? Parece poco probable  que los visitantes interestelares deseen hablar de muchos de nuestros infaltables temas intelectuales: crítica literaria o música, religión o política. Es posible que Shakespeare nada signifique para quienes carezcan de experiencias y emociones humanas; si poseen literatura o arte, probablemente sean demasiado ajenas a lo humano como para conmover nuestra sensibilidad. Dudo de que nuestros visitantes tengan mucho interés en conversar acerca de Marx o Freud  —por nombrar a dos pensadores que han sido promovidos como iguales de Darwin en más de una ocasión—, salvo como curiosidad antropológica. No tenemos razones para suponer que los trabajos de esos autores tengan otro interés que no sea local, provinciano, humano, terrestre, pospleistocénico (algunas personas agregarían masculino y europeo).

La matemática y la física son un asunto diferente. Nuestros invitados pueden encontrar pintorescamente bajo nuestro nivel de sofisticación en el tema,  pero habrá un sustrato común. Coincidiremos en que ciertas preguntas sobre el universo son importantes y, casi con certeza, coincidiremos en las respuestas a muchas de esas preguntas. La conversación prosperará, aun si la mayor parte de las preguntas fluyen en un sentido y la mayor parte de las respuestas lo hace en el otro. Si la discusión versa sobre las historias de nuestras respectivas culturas, nuestros visitantes probablemente te señalarán con orgullo —no importa cuán alejados en el tiempo estén— a sus equivalentes de Einstein y de Newton, de Planck y de Heisenberg. Pero no señalarán a sus equivalentes de Freud o de Marx. Al igual que nosotros, al visitar alguna tribu hasta ahora no descubierta, en un remoto claro de la selva, no mencionaríamos a nuestros equivalentes occidentales del fabricante de lluvias o chamán local. No es necesario menoscabar los logros locales de Freud o de Marx en este planeta para estar de acuerdo en que sus descubrimientos no tienen universalidad. ¿Y que pasa con Darwin? ¿Reverenciarán nuestros invitados a otro Darwin como uno de sus más grandes pensadores de todos los tiempos? ¿Podremos sostener con ellos una conversación seria acerca de la evolución? Sugiero que la respuesta es sí (a menos que, como me ha sugerido una colega, el Darwin de los visitantes estuviese precisamente en esa expedición y nosotros fuésemos sus galápagos). El logro de Darwin, como el de Einstein, es universal y atemporal, en tanto que el de Marx es local y efímero. Probablemente sea innegable que la pregunta de Darwin es universal, dondequiera que haya vida. El rasgo de la materia viviente que con más intensidad exige una explicación es el de ser casi inimaginablemente compleja, en direcciones que transmiten la poderosa ilusión de ser producto de un diseño deliberado. La pregunta de Darwin —o, mejor dicho, la más fundamental e importante de entre las muchas preguntas de Darwin— es la pregunta acerca de cómo pudo llegar a existir un "diseño" tan complicado. Todas las criaturas vivientes, en todo el universo y en todo momento de la historia, suscitan esta pregunta. Resulta menos obvio que la respuesta de Darwin al acertijo —la evolución acumulativa por supervivencia no aleatoria de cambios hereditarios aleatorios— sea universal. A primera vista, se puede imaginar que la respuesta de Darwin podría ser solo localmente válida. Es decir, pertinente sólo para el tipo de vida que existe en nuestro pequeño claro de la selva universal. Ya he presentado mi argumento acerca de que no es este el caso.(Nota "yo escéptico": Anteriormente, por ejemplo, en "El relojero ciego" cap.11). La forma general de la respuesta de Darwin no es sólo incidentalmente verdadera para nuestra forma de vida, sino que es verdadera —casi con certeza— para toda forma de vida en cualquier parte del universo. Aquí, permítaseme por un momento hacer la afirmación más modesta de que, en última instancia, el caso de la inmortalidad de Darwin está mas cerca del extremo Einstein del espectro que del extremo Marx. El darwinismo es realmente importante en el universo."


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