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Nikola Tesla, con su pose característica |
El 7 de Enero de 1943 moría en la habitación de un hotel, arruinado, sin el reconocimiento que merecía y sólo (posiblemente a excepción de sus queridas palomas callejeras a las que alimentaba) uno de los mayores genios y más prolíficos inventores que ha dado la raza humana: el gran
Nikola Tesla.
Excéntrico y brillante a partes iguales, Tesla, como comunmente se dice hoy, inventó el siglo XX. Gran parte de nuestra tecnología actual proviene directa o indirectamente de los inventos de Tesla. Su gran logro fue la concepción del motor de inducción trifásico de corriente alterna. Aún siento un cosquilleo cuando pienso en la historia, que el propio Tesla relataba, de su ocurrencia. Paseando por un parque al atardecer, observó el sol ocultándose por el horizonte y casi como poseído, tras visualizarlo en su mente, se arrodilló en el suelo para dibujar con una ramita el esquema circular y rotatorio del motor.
Tesla era un hombre extraño y daba la sensación de pertenecer a otra época, casi como un viajero del futuro. Diseñaba sus inventos en su mente casi sin utilizar planos ni notas, de hecho, siendo joven solía resolver complejas integrales mentalmente. Su último gran sueño fue electrificar la atmósfera terrestre para convertirla en un conductor que proporcionaría energía gratuita y limpia a todo el mundo. Para poder empezar su proyecto engañó a sus patrocinadores ya que no hubieran visto con buenos ojos eso de regalar energía.
Llegó a EEUU con su maleta y una carta de recomendación para una persona a la que él más admiraba (y tras ser engañado por ésta se convertiría en su mayor enemigo), uno de los inventores más famosos de la época: Thomas A. Edison. La carta decía la famosa frase: " Querido Edison, conozco a dos grandes hombres. Usted es uno de ellos. El otro es este joven."
Edison le encargó a Tesla la dificultosa tarea de mejorar las dinamos de su compañía y a cambio si lo consiguiese, le pagaría 50.000 dólares. Tesla, tras trabajar hasta el agotamiento mucho tiempo durante más de 18 horas diarias consiguió mejorar el rendimiento de las dinamos de la compañía de Edison. Cuando se dispuso a cobrar lo prometido, Edison le dijo la también famosa frase: "Me temo que no ha comprendido usted el humor americano" y no le pagó. Tesla, abatido dejó la empresa y comenzó a trabajar fregando platos en hoteles para subsistir.